Siente y avanza


Siente y Avanza: el arte de gestionar las emociones.
Las emociones son una parte esencial de nuestra vida pero muchas veces las percibimos como obstáculos en vez de como aliadas. Sin embargo, aprender a reconocerlas, aceptarlas y canalizarlas puede ayudarnos mucho en nuestro bienestar y crecimiento personal. En este artículo, exploraremos cómo gestionar nuestras emociones de manera consciente, para que en lugar de frenarnos, nos impulsen a avanzar con seguridad y equilibrio.
¿Por qué no existen emociones buenas y malas?
Las emociones son procesos que se activan cada vez que nuestra mente detecta algún cambio significativo para nosotros por lo que las convierte en un proceso adaptativo, dando prioridad a la información más importante para nuestra supervivencia.
La principal función de las emociones es organizar nuestra actividad y para ello reclutan a los procesos psicológicos de percepción , atención, memoria, pensamiento, comunicación verbal y no verbal y motivación.
La RAE define emoción como : » Alteración del ánimo intensa y pasajera, agradable o penosa, que va acompañada de una reacción corporal.
La explicación que utiliza la psicología es mucho más largo y complejo pero podemos resumirlo en que las emociones, son un sistema de procesamiento de la información prioritaria para la supervivencia y la adaptación al medio, y se convierte en el proceso que coordina a los restantes recursos psicológicos necesarios para dar la respuesta más rápida y puntual ante una situación concreta.
Emociónate.
Es por esto que te digo que no existen emociones buenas ni malas; cada emoción cumple una función adaptativa específica. Un ejemplo claro de ello es el MIEDO. Imaginemos por un momento a nuestros antepasados, aquellos que vivían en cuevas y dependían de la caza para sobrevivir. Si uno de ellos se separaba del grupo y escuchaba un ruido extraño entre los matorrales, su miedo se activaba de inmediato, preparándolo para reaccionar ante una posible amenaza, como el ataque de un animal. ¿Lo ves? El miedo no es una emoción negativa, sino una respuesta natural que nos ayuda a protegernos ante el peligro.
Otro ejemplo claro sería el de la TRISTEZA cuya función adaptativa es la de reintegración. Cuando nos sentimos tristes una de las cosas que más nos alivian es sentir que tenemos alguien en quien apoyarnos. Reclamar la ayuda de otras personas aumenta la cohesión con los demás, especialmente con los que han pasado o están pasando por la misma situación. Además fomenta la aparición de la empatía y otros comportamientos altruistas. La tristeza nos ayuda a reflexionar, procesar pérdidas y buscar apoyos en los demás. Si nunca nos sintiéramos tristes, no valoraríamos los momentos felices ni aprenderíamos de las dificultades que se presentan en nuestro camino. Es una emoción que nos ayuda a conectar con nosotros mismos y con los demás de una manera más profunda.
Por último, me gustaría hablar de la IRA, una emoción con una función de autodefensa aunque mal gestionada puede llegar a la destrucción. Cuando se maneja de manera correcta nos puede estar indicando que algo no va bien y que hay que establecer límites. Nos da la energía para enfrentar situaciones injustas y defender nuestros derechos. El problema con la ira no es la emoción en sí, sino cómo la gestionamos.
El impacto de las emociones en nuestra conducta
Las emociones influyen profundamente en nuestra conducta, como señala la teoría de James-Lange, que sugiere que las emociones surgen a partir de nuestras respuestas fisiológicas a los estímulos del entorno. Según esta perspectiva, cuando experimentamos miedo, por ejemplo, nuestro cuerpo reacciona con un aumento del ritmo cardíaco y tensión muscular, lo que refuerza la sensación de peligro y nos impulsa a actuar de forma automática, como huir o evitar la situación. Por otro lado, la teoría de la evaluación cognitiva de Lazarus sostiene que las emociones dependen de la interpretación que hacemos de una situación. Esto explica por qué dos personas pueden reaccionar de manera diferente ante el mismo evento: mientras que una persona puede ver una crítica como una amenaza y sentirse frustrada, otra puede interpretarla como una oportunidad de mejora y reaccionar con motivación. Comprender estas teorías nos ayuda a tomar conciencia de cómo nuestras emociones guían nuestras decisiones y comportamientos. Por eso, el título del artículo, «Siente y avanza» es una llamada a permitirte sentir los cambios que experimenta tu cuerpo cuando se presentan diferentes emociones.
Claves para gestionar las emociones
La idea de este escrito «Siente y avanza» sirve para explicar que para gestionar mejor nuestras emociones, es clave desarrollar la inteligencia emocional, un concepto propuesto por Daniel Goleman que incluye habilidades como la autoconciencia, la autorregulación y la empatía.
Una estrategia efectiva es la PAUSA CONSCIENTE, que permite activar el córtex prefrontal –responsable del control racional– y evitar respuestas impulsivas dictadas por la amígdala, la estructura cerebral que procesa las emociones.
Otra técnica útil es la REESTRUCTURACIÓN COGNITIVA, basada en la terapia cognitivo-conductual de Beck, que ayuda a modificar pensamientos distorsionados que intensifican las emociones negativas. Por ejemplo, si alguien experimenta ansiedad ante una exposición pública y piensa “voy a hacerlo fatal”, puede reformularlo de manera más realista: “He ensayado bien, y aunque pueda ponerme nervioso, puedo manejarlo”.
Además, técnicas como la ESCRITURA EMOCIONAL, respaldada por estudios de Pennebaker, han demostrado ser eficaces para procesar experiencias difíciles y reducir el estrés. Es la técnica que a mí personalmente más me ha funcionado desde la infancia. Siempre he llevado un diario donde he recogido mis impresiones diarias tanto las cosas que me hacían sentir bien como las que me hacían sentir mal. De esta manera, personas como yo, a las que nos cuesta verbalizar nuestras emociones podemos canalizarlas y darlas salida. «Siente y avanza», no te guardes las emociones, siempre hay una manera de dejarlas fluir. Yo utilizo la escritura como base pero me funcionan diferentes terapias artísticas. El truco está en encontrar la tuya.
Para más información puedes consultar el siguiente artículo de Infobae:
Errores comunes al gestionar las emociones.
Uno de los errores más comunes al gestionar las emociones es la represión, un mecanismo de defensa descrito por Freud, que puede generar consecuencias psicológicas y somáticas, como tensión muscular o fatiga. También es habitual caer en la impulsividad, una reacción guiada por la amígdala sin la regulación del córtex prefrontal, lo que puede llevar a respuestas desadaptativas, como discusiones agresivas o decisiones precipitadas. Otro error es la categorización rígida de las emociones en «positivas» o «negativas», cuando, según la teoría de la funcionalidad emocional de Barrett, todas cumplen un propósito adaptativo. El miedo nos protege del peligro, la tristeza fomenta la introspección y la alegría refuerza las relaciones sociales. En lugar de evitar o rechazar las emociones incómodas, una gestión emocional efectiva implica aceptarlas, analizarlas y canalizarlas de manera constructiva. Puedes tomarte el título del artículo de hay «Siente y avanza» como un mantra personal y recordarlo cada vez que una emoción te esté superando. De esta manera harás consciente la emoción y podrás trabajarla de una manera más racional.
Conclusiones
Las emociones son una parte esencial de nuestra vida y afectan profundamente nuestra conducta, nuestras decisiones y nuestras relaciones. Como hemos visto, teorías como la de James-Lange y la evaluación cognitiva de Lazarus explican cómo interpretamos y reaccionamos ante diferentes situaciones, mientras que la inteligencia emocional de Goleman nos ofrece herramientas clave para gestionarlas. Estrategias como la pausa consciente, la reestructuración cognitiva y la escritura emocional nos permiten tomar el control de nuestras respuestas y mejorar nuestro bienestar. Sin embargo, también es importante evitar errores comunes, como reprimir las emociones, actuar impulsivamente o etiquetar ciertas emociones como “negativas”, cuando en realidad todas cumplen una función adaptativa.
El verdadero crecimiento emocional no se basa en evitar o suprimir lo que sentimos, sino en permitirnos experimentar cada emoción con consciencia y comprensión. Sentir miedo, tristeza o frustración no nos hace débiles; al contrario, nos brinda la oportunidad de aprender sobre nosotros mismos y adaptarnos mejor a los desafíos del día a día. Por eso, en lugar de resistirse a lo que sentimos, la clave está en aceptar las emociones y usarlas a nuestro favor. Siente y avanza, porque solo cuando nos damos permiso para sentir, podemos transformar nuestras emociones en una fuente de aprendizaje y fortaleza.
En última instancia, gestionar las emociones no significa controlarlas rígidamente, sino reconocerlas, escucharlas y transformarlas en aliadas en nuestro camino. Al permitirnos sentir, nos damos la oportunidad de crecer, evolucionar y afrontar la vida con una mentalidad más flexible y resiliente. Así, cada emoción, por intensa o incómoda que sea, se convierte en una señal que nos guía hacia nuestro bienestar y desarrollo personal.
Referencias:
- RAE.es
- Psicología de la emoción. Fernández-Abascal, E. G., García Rodríguez, B., Jiménez Sánchez, M. P., Martín Díaz, M. D., & Domínguez Sánchez, F. J. (2010). Psicología de la emoción. Editorial Universitaria Ramón Areces.
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Muy cierto lo que te escribes, yo lo hacía muchas veces, cada vez que me sentía mal, y me ayudó mucho
Muchas gracias Aurori.
Muy interesante.
Muchas gracias Dani, me alegro de que te resulte interesante.